23 abr 2009

Su boleto por favor

-¿Señor?, señor- El boletero agitó el hombro del hombre que dormía en el último asiento del tren.

- ¿mmm?- El hombre despertó y miró al boletero somnoliento, con las marcas del sueño aún en su cabello.

-Su boleto señor- volvió a repetir el boletero, pero ahora sí lo escucho. Ya no soñaba más con su pueblo, ese que había dejado hace 3 días. El hombre se incorporó en su asiento y buscó por todos los bolsillos de su chaqueta, pero el boleto no aparecía. Miro al boletero y le dedico una sonrisa nerviosa.
- espere, se que lo tengo por aquí.- El boletero estaba perdiendo la paciencia, aun le faltaba medio vagón por recorrer y aquel hombre con apariencia vagabunda lo estaba retrasando. Su pié comenzó a marcar los segundos.

- Señor si no lo tiene es mejor que me lo diga, podríamos ahorrarnos toda esta escena y lo dejaría ir sin llamar a los guardias- Su impaciencia iba en aumento.

- Oiga tranquilo, no hay necesidad de ponerse tensos, mire ya se lo que haremos, usted tiene que…- no había terminado la frase cuando se paró bruscamente de su asiento y empujó al boletero hacia la ventana, dejándolo desorientado momentáneamente, el hombre sin perder ni un segundo se puso a correr hacia el frente del tren. Mientras pasaba, los pasajeros soltaban uno que otro reclamo en distintos idiomas cuando los pisaba. El boletero ahora lo seguía.

-¡Deténganlo!, ¡Detengan a ese hombre! – El boletero seguía persiguiéndolo a pesar de que su traje azul con botones dorados impedía que se moviera con libertad, resultándole difícil esquivar las maletas que el hombre tiraba a su paso para bloquearle el camino. El hombre llegó hasta donde se encontraba la puerta y sin pensarlo dos veces la abrió de una patada, dispuesto sin duda a brincar antes de ser capturado. El paisaje parecía un río de formas desfiguradas por la velocidad, y el viento hacia que su pelo despeinado adoptara formas extravagantes.

-¡Alto no lo haga!- el boletero brincó para asirlo por la mano pero fue demasiado tarde: el hombre había saltado. Otro de los boleteros se acerco al que estaba junto a la puerta, aun con la cabeza de fuera mirando al hombre que acababa de saltar que seguramente ya estaría muerto.

-Con este ya son cinco- dijo el boletero recién llegado.

-Si bueno, he tenido días mejores, ¿pero viste? a este casi lo alcanzo-

-Si…pero si no lo alcanzas no vale, así que sigo ganando yo.

-Para la otra deja subir más turcos, esos corren menos y hacen más escándalo- dijo mientras cerraba la puerta resignado.

-Si, te divierten mas… bueno entonces ya me toca ¿no?- Se colocó la quepí negro con azul que estaba colgado en una de las paredes.

-¡¿Qué?!, ¿pero si acabo de empezar!-
-Ni modo se te fue, ya no seas llorón, ve y siéntate un rato que no tardo en llegar- dijo mientras terminaba de abrocharse los botones del saco.

-Dale pues, nada más por que eres tú. ¿Ves al tipo ese alto de allá?

-aja.

-Te apuesto a que no trae boleto, y si lo atrapas vale doble ¿Qué dices?

-Que ya perdiste- el boletero caminó hasta el asiento donde se encontraba el hombre. Éste se mostro algo incomodo al ver que se acercaba y se acomodo en su asiento fingiendo mirar por la ventana.

-Disculpe señor ¿Me permite ver su boleto por favor? –Desde el otro lado del tren el otro boletero observaba la escena con un reloj en la mano

-5…4….3….2…1…

-¡Alto!...

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